Así llama Miguel Espinosa en Escuela
de mandarines a una serie de personajes cuya substancia estriba en
oponerse a cualquier
forma de poder, encarnación del mal. Dionisio Kinós y Lamuro son
los principales representantes de esta heterodoxia. Lamuro se decanta
por la lucha teórica y práctica mientras Dionisio se inclina por
vivir en un sentido más pagano y sensual. Se diría que
en el primero alienta la idea de libertad y en el segundo la
experiencia de la alegría. Lejos de contradecirse, se complementan;
la Sistemática Pugna no es
posible sin ambos.
Es díficil encontrar hoy a alguien
ejerciendo esta filosofía. No obstante, uno sospecha que
cierto sector de la judicatura parece haber enveredado por esa senda,
imputando a los hijos de puta a pesar de todo y dictando autos como
los que estos días
han excarcelado tras casi 30 años a dos abominables etarras en justo
cumplimiento de lo resuelto por el Tribunal Europeo de Derechos
Humanos según las leyes que
les condenaron (como es natural cuando las posteriores resultan más
severas).
Infelizmente, hace milenios que
se impuso la gobernación, de manera que
nuestro fracaso es seguro. Pero si todavía aspiramos a la libertad y
la alegría, debemos defender a estos jueces. Aun aplicando las leyes
que el poder,
gracias a sus votos incontables, pergeña, son los únicos capaces de
atajar sus desmanes. Nosotros, sólo con omisiones podemos: no
votándoles.
Publicado en La Opinión de Murcia, 31/10/2013.
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