12/27/2013

Metafísica de verdugos


   Será difícil desterrar la moral católica del Código Penal y de la educación pública mientras la sociedad siga entrando al trapo de su propaganda. El refranero lo dice con su tosquedad habitual: «No se puede estar en misa y repicando». Ya es triste que siga habiendo católicos, pero si los propios así llamados modernos alientan los ritos de una institución históricamente intolerante, dedicada al asesinato, la usurpación, la misoginia, la inducción de paranoias colectivas, la represión de la heterodoxia, y, sin embargo, aún hoy, subvencionada con dinero público y exenta del pago de impuestos forzosos para cualquiera, el panorama se enturbia bastante.
   Las mínimas grietas del orden establecido por donde se filtra algo de luz parecen ir, sí, a estar ahí siempre, y, no obstante, incapaces de sobrepujar el desnortamiento general.
   Hablé aquí del papa hace unas semanas. La misma estupefacción que allí expresaba ante la esperanza generada por su nombramiento, me asalta estos días de Navidad, y cada Semana Santa, cada bautizo.
   ¿Hasta cuándo?
   -Eternamente -pensará (es un decir) alguno.
   Pero, ¡ja! Cuando la tortura navideña haya desaparecido hace mucho tiempo, seguirá habiendo libertad por la calle.

Publicado en La Opinión de Murcia, 26/12/2013.

12/20/2013

Justicia poética


   Es inmoral y de mal gusto, irracional y cruel, pero celebro que el ministro Gallardón se haya roto dos costillas al precipitarse escaleras abajo mientras se disponía a sacar de paseo a sus perros. Sin duda son poca cosa dos costillas de ministro, apenas nada; mejor hubiera sido su obituario: «entre las dentelladas furiosas de uno de sus canes, de repente ido»; y aún mejor que hubiese sido el Consejo de Ministros en pleno el que cayera fulminado por el rayo justiciero de Zeus tonante. Pero algo es algo. Ojalá el dolor le esté moliendo, que respirar le atormente, y tragar saliva. Y que no pueda dormir, que rabie entre estremecimientos cada uno de esos cuarenta días que dicen los médicos tardarán en soldar sus huesos.
   Lo admito, soy un gusano insensible, roído por el rencor, un miserable sin templanza, un sádico incapaz de compasión, de empatía por él, Gallardón, ministro de Justicia que sufre y reparte dolores. Me odiarás con motivo, lector. Sin embargo, para una vez que algo del mal cae en el lado de arriba, no esperes que, hipócrita, lo lamente. Lo único que me apena del percance es que haya resultado tan liviano.

Publicado en La Opinión de Murcia, 19/12/2013.

12/12/2013

Los olivos


   Hoy debate el Parlamento la reforma del Código Penal dictada por el ejecutivo de Rajoy. Les está quedando un totalitarismo de lo más fascista. ¿Por qué les votarían? Ignorancia y maldad son los únicos motivos que encuentro, de manera que, desasosegado, concluyo que maldad es ignorancia y, en definitiva, ni Sócrates sabe. Sin embargo, ¿cabe aún alguna duda de la mala fe de los gobiernos de PP y PSOE? Cuesta levantarse por las mañanas cuando la banda de turno está arrasando con todo y, según las encuestas, podría volver a gobernar. Para un español, lo único deseable en esa situación es dejar de ser humano. Pero no hay coraje y seguimos sociales hasta límites históricos, y la forma política que padecemos es una tiranía de mentira, elegida. Cada vez más fuerte martillea el eterno «qué hacer». Y el asombro. Aquí y ahora siempre hay algo digno de ser hecho por cualquiera... Las aceitunas brillan negras en frondas de hielo verde venteadas en el monte de terrones, en viejos árboles de oscuros troncos retorcidos, maduras, olorosas, pequeñas y prietas como guijarros del arroyo, semillas que los pájaros cantantes pican. Hace frío y dolerán las manos... no se me ocurre nada más sensato que cogerlas.

Publicado en La Opinión de Murcia, 12/12/2013.

12/06/2013

Estado policía (y II)


   Lo más preocupante de la próxima Ley de Seguridad Ciudadana es que arrebatará a los tribunales el control sobre la legalidad de numerosas conductas, privando a los ciudadanos de las garantías propias de un procedimiento judicial para dejar a la arbitrariedad de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado la decisión en torno a cuándo un acto atenta contra la seguridad o el orden públicos. El Gobierno, retorciendo el lenguaje como suele, habla de despenalización de supuestos antes tipificados como faltas en el Código Penal; sin embargo, en realidad, lleva esos supuestos al terreno administrativo y les impone sanciones más graves que las ahora previstas, para que sea la Policía quien interprete y ejecute la ley como estime oportuno. Al ciudadano únicamente le queda el recurso a los tribunales una vez ha sido reprimido y multado, y para ello está obligado a abonar, además de los gastos de abogado y procurador, unas tasas que vienen determinadas por la cuantía del pleito, es decir, por el importe de la multa en cuestión. Esto no es despenalizar, sino administrativizar el Derecho Penal, sustrayéndolo a las garantías reforzadas que su aplicación exige, algo que recuerda demasiado a la Alemania del III Reich.

Publicado en La Opinión de Murcia, 5/12/2013.