12/26/2012

Policía y locura


La policía... ¿qué puede pensarse de un estamento cuyos perros son yonquis?

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El criminal más hábil puede ser asimismo un habilísimo policía, y viceversa.

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Da la impresión de que para erradicar la ilegalidad, la Seguridad del Estado se comporta a menudo ilegalmente. De manera que cabe preguntarse hasta qué punto no es ella la responsable principal de esa ilegalidad que combate. Sobre todo a la vista de sus probadas corruptelas y de la escasa eficacia que demuestra en su misión, la cual -como en el caso de las drogas prohibidas y la violencia arbitraria contra los peatones- resulta a veces indiscernible de la barbarie.

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La realidad es un delirio compartido, hasta los sueños de un policía encierran más verdad que todo eso.

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Un método infalible para distinguir la realidad consiste en haber enloquecido alguna vez. Después de que uno ha experimentado en carne propia la pérdida o inhibición de las convenciones -eso que la terminología psiquiátrica confunde y denomina «delirios»-, lo real se torna inequívoco. El único inconveniente reside en que, tras ese viaje, la realidad pierde toda importancia.

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Cervantes muestra en El Licenciado Vidriera que el loco, al asumir el lenguaje desde un lugar absolutamente propio, ajeno a las convenciones, sólo puede expresarse de forma comprensible y comunicar mediante aforismos.

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La psiquiatría trata de eliminar la locura. Pero tal pretensión, a la vista del comportamiento de los hombres, no parece muy realista, y, si fuera imposible -de lo cual tiene toda la pinta-, habiendo como hay infinidad de acciones posibles, sería en sí misma una locura, y locura en el sentido de obsesión destructora. Por eso quizá fuera conveniente tratar de dar luz a la locura, (en vez de obstinarse en suprimirla), pues de esa forma bien pudiera ocurrir que la locura desapareciese sola.

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Lectura de Leopoldo María Panero.- La locura ocurre donde una cabeza explota. Pero hay cabezas que explotan para horror y escándalo de las gentes, como las de los poetas, y otras que lo hacen para su adhesión y tortura, como las de los que gobiernan.

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