Sería de agradecer y celebrar que Mirando al
suelo, de Francisco Béjar Galera, se abriese camino entre los lectores. Personalmente, me ha
alegrado mucho descubrir esta novela negra.
Tiago y el Alergias,
amigos inseparables y a veces indiscernibles que deambulan por Murcia
traficando con cocaína, viven su ajetreada existencia rodeados de
basura lo más honradamente posible, pero el curso de sus negocios
los envuelve, entre otras peripecias, en el oscuro episodio
protagonizado por un postmoderno Consejero regional de Cultura
apalizado en misteriosas circunstancias. Mediante esta ficción
anclada en lo real, Franki Béjar plantea una crítica social y
política desde la perspectiva del materialismo filosófico y la
lucha de clases, pintando con soltura, acierto, coraje y poesía paisaje y
paisanaje. Dice Franki que el Carvalho de Vázquez Montalbán es una
de sus influencias. Leopoldo Mª Panero y L. F. Cèline son otros
autores a los que apunta. En mi opinión, cabe pensar que también La
fea burguesía de Miguel Espinosa ilumina su análisis. Sin
embargo, la novela no se pierde en literaturas, sino que indaga y experimenta la
sensualidad de lo físico con acción, en su misma verbalidad,
apegada al mundo que describe sin eludir su carácter barroco. Cuenta
historias de barrio, de bares, de la huerta, de amores perros y de
personajes entrecruzados con marcado sentido del humor, suscitando
pasmo, ternura o rechazo y poniendo de relieve las injusticias, las
contradicciones y los disparates de una sociedad desventuradamente
sometida al corrompimiento y el poder.
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