«De más jovencico sin saberlo pintaba el aura azul en los primeros autorretratos que me hice en el campo, luego los borré todos, posteriormente me di cuenta por qué les hacía el cerco azul claro, era muy simple, lo pintaba porque lo veía, no tenia ni puta idea de pintar, era virgen.»
«El retrato puede ser terapéutico y despojar al sujeto de cosas innecesarias o enfermedades que se quedan pegadas en el cuadro, sanar por el reflejo condicionado, como los animales, es el espejo de Kafka que a veces adelanta... como un reloj.»
Carlos Pardo Gómez
Tierra de higueras, Ficus carica, nombre de la colonia romana que hubo entre el siglo IV y V en la comarca minera de Mazarrón. Paisajes que ha pintado Carlos Pardo Gómez, andándolos una y otra vez entre el viento, el sol y las piedras. Están expuestos en la Galería Cuadros López, detrás de la Plaza de las Flores. Óleos sobre lienzos, tablas y arpilleras forman cielos y montañas, barrancos y bosques, canteras, investigan en el color y las texturas de las materias mezcladas, en la luz de los cuadros, se adentran en la abstracción, donde el referente natural convive con un universo de conceptos y símbolos pintado de viva belleza. Cézanne guía, con amor y respeto máximos. Las vanguardias, el cubismo; las dificultades. El sentido de pintar con aceite, madera y tela bajo el bombardeo de imágenes, agentes pasivos y reflejos de él, ajenos a una tradición inmejorable.
Publicado en La Opinión de Murcia, 17/10/2013.
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