12/20/2013

Justicia poética


   Es inmoral y de mal gusto, irracional y cruel, pero celebro que el ministro Gallardón se haya roto dos costillas al precipitarse escaleras abajo mientras se disponía a sacar de paseo a sus perros. Sin duda son poca cosa dos costillas de ministro, apenas nada; mejor hubiera sido su obituario: «entre las dentelladas furiosas de uno de sus canes, de repente ido»; y aún mejor que hubiese sido el Consejo de Ministros en pleno el que cayera fulminado por el rayo justiciero de Zeus tonante. Pero algo es algo. Ojalá el dolor le esté moliendo, que respirar le atormente, y tragar saliva. Y que no pueda dormir, que rabie entre estremecimientos cada uno de esos cuarenta días que dicen los médicos tardarán en soldar sus huesos.
   Lo admito, soy un gusano insensible, roído por el rencor, un miserable sin templanza, un sádico incapaz de compasión, de empatía por él, Gallardón, ministro de Justicia que sufre y reparte dolores. Me odiarás con motivo, lector. Sin embargo, para una vez que algo del mal cae en el lado de arriba, no esperes que, hipócrita, lo lamente. Lo único que me apena del percance es que haya resultado tan liviano.

Publicado en La Opinión de Murcia, 19/12/2013.

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