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10/19/2013

Ficaria
























«De más jovencico sin saberlo pintaba el aura azul en los primeros autorretratos que me hice en el campo, luego los borré todos, posteriormente me di cuenta por qué les hacía el cerco azul claro, era muy simple, lo pintaba porque lo veía, no tenia ni puta idea de pintar, era virgen.»

«El retrato puede ser terapéutico y despojar al sujeto de cosas innecesarias o enfermedades que se quedan pegadas en el cuadro, sanar por el reflejo condicionado, como los animales, es el espejo de Kafka que a veces adelanta... como un reloj.»

Carlos Pardo Gómez


   Tierra de higueras, Ficus carica, nombre de la colonia romana que hubo entre el siglo IV y V en la comarca minera de Mazarrón. Paisajes que ha pintado Carlos Pardo Gómez, andándolos una y otra vez entre el viento, el sol y las piedras. Están expuestos en la Galería Cuadros López, detrás de la Plaza de las Flores. Óleos sobre lienzos, tablas y arpilleras forman cielos y montañas, barrancos y bosques, canteras, investigan en el color y las texturas de las materias mezcladas, en la luz de los cuadros, se adentran en la abstracción, donde el referente natural convive con un universo de conceptos y símbolos pintado de viva belleza. Cézanne guía, con amor y respeto máximos. Las vanguardias, el cubismo; las dificultades. El sentido de pintar con aceite, madera y tela bajo el bombardeo de imágenes, agentes pasivos y reflejos de él, ajenos a una tradición inmejorable.

Publicado en La Opinión de Murcia, 17/10/2013.

10/13/2013

Sin tabaco


   En Gran esperanza un tiempo, libro de Roger Wolfe publicado recientemente por Editorial Renacimiento, hay un poema titulado El humo del infierno donde se dice que España «acabó de morder el polvo» con la Ley de Medidas Sanitarias frente al Tabaquismo, fruto, entre otros males, del «mediocre gregarismo» y la «estricta corrección». Uno agradece en cuerpo es alma libros así. El estado terapéutico lleva decenios imponiendo su moral disfrazada de 'Salud Pública', organizando socialmente la enfermedad, «administrando muerte», decía García Calvo. Tengo para mi que un paquete de cigarrillos al día no resulta tan pernicioso como una jornada de trabajo de la ministra Mato. Aunque seguramente este apellido es casual y yo no soy ecuánime. Fumo desde hace más de veinte años con enorme placer y no me acostumbro a salir a la calle cada vez que quiero encender un cigarro. A menudo, paladeando el dulce humo del tabaco en la puerta de un café, veo pasar a los niños de vuelta del colegio y me parece estar allí, obligatoriamente, para que los niños me vean fumar. Pero más triste es contemplar cómo tantos fumadores acatan mansamente esta prohibición ilegítima, que usurpa a los hosteleros el derecho de decidir si en sus establecimientos se puede fumar o no.

Publicado en La Opinión de Murcia, 10/10/2013.

2/27/2013

Sobre un fragmento del "Lapidario"


  En el prólogo a su Lapidario, dice Alfonso X:

  Los que escribieron de las piedras, así como Aristóteles que hizo un libro en que nombró setecientas de ellas, dijeron de cada una de qué color era y de qué tamaño y qué virtud tenía y en qué lugar la hallaban; y así hicieron otros muchos sabios que en estas cosas tocaron. Mas entre aquellos hubo algunos que se metieron más a saber el hecho de ellas y pensaron que no les bastaba conocer su color, su tamaño y su virtud, si no conociesen cuáles eran los cuerpos celestiales con que habían atamiento y de los cuales recibían la virtud por la que se enderezaban a hacer sus obras según el enderezamiento del estado de los cuerpos de arriba, en toda obra de bien o de mal (…) de cada una, cuál color y cuál nombre y qué virtud tiene y en qué lugar es hallada; dice de la estrella y de la figura que está en el grado de aquel signo, de donde ella recibe fuerza y virtud; y esto según el sol corre en todo el año por los grados de las figuras de los doce signos.

  ¿Debemos erigir monumentos a quien así nos habla? La ciencia y la modernidad nos dicen sin duda que no. Y, sin embargo, ciencia y modernidad tampoco nos libran de seguir sin saber nada más que excepciones infinitas y muy poco a bien vivir. De manera que no podemos negar de plano el pasado, porque ni estábamos allí ni hemos mejorado tanto; la libertad humana escasea como siempre pese a que la sustancial libertad del caos entreverado donde deviene el universo, es lo más que columbra últimamente la ciencia, y guardar sin reverencia en la memoria frases que se nos oponen, ayuda a ensancharla; aunque en nada coincidan con nuestro punto de vista y nuestra conveniencia, aun sin creerlas, dan paso a lo que ignorábamos, iluminan algo que permanecía hasta entonces en la oscuridad; cambian el pensamiento, que se hace libre, vivo, capaz de nutrirse con aquello que al principio sólo le produjo rechazo.


11/14/2012

Ojos y respiración


  "Broch era muy reservado y, como he dicho, producía la impresión de ser un hombre inseguro. Absorbía cualquier cosa sobre la que su mirada cayese, pero el ritmo de esa absorción no era el ritmo de deglutir, sino el de aspirar. Él no chocaba contra nada, todo seguía igual que antes, inmodificado, y conservaba su especial aura de aire. Parecía acoger dentro de sí las cosas más dispares para protegerlas. Desconfiaba de las prédicas vehementes, y por muy bien intencionado que fuese el propósito con que se enunciasen, siempre sospechaba que ocultaban algo malo. Más allá del bien y del mal no había para él nada, y el hecho de que, desde la primera frase, hiciese profesión de una actitud responsable y no se avergonzase de ella, le ganó mis simpatías. Esa actitud responsable se manifestaba también en la reserva de sus juicios, en lo que antes he llamado su forma «entrecortada» de hablar, de bloquearse, en cierto modo."

Elias Canetti. El juego de ojos. Historia de una vida 1931-1937
Traducción de Andrés Sánchez Pascual