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3/14/2013

¿Dostoyevski o Eurovegas?


  Scommette, perde.
  Giacomo Casanova

  Dostoyevski dictó El jugador en un mes a la secretaria de su editor para saldar con éste una deuda. Dostoyevski era jugador; ludópata, diría un psiquiatra. Utilizó su propia experiencia para contar esa historia, donde más que de disquisiciones en torno al azar, se nos habla de la voluptuosidad de la incertidumbre vivida por el jugador mientras aún desconoce si ha ganado o ha perdido, que alcanza el éxtasis cuando la mano se decanta a su favor y se convierte en tristeza cuando ocurre al contrario, y que desciende luego, al proseguir jugando sin freno, a otro éxtasis, el de la culpa más flageladora.
  Es probable que Dostoyevski se excediera irresponsablemente en sus pasiones, pero también que atendiese con singular acierto a su acendrada vocación de místico y psicólogo. Comoquiera, sus cartas fueron, a la vez, excelentes y amargas. Cabe pensar que las de todos lo son, y que Dostoyevski las jugó a su modo, como cada uno al suyo. El juego es ineludible. Incluso quien se deja guiar por otro en el juego está jugando a su modo.


Publicado en el nº 13 del Fanzine Fare Ala


10/03/2012

Fare Ala



  La cultura como excusa.- Desde una perspectiva biológica, la cultura es, fundamentalmente, innecesaria. Quizás el acto fundacional de la cultura tuvo lugar cuando el animal llamado hombre mató por vez primera a un semejante sin que le resultara imprescindible para mantenerse con vida. De la cultura forman parte tanto La Odisea como la santa inquisición española; acervo de la cultura universal son, en idéntico grado, Las Meninas, la esclavitud y los concursos de televisión. Que la música sea tal vez la expresión más excelsa de la cultura, no disminuye un ápice el carácter igualmente cultural del garrote vil y la silla eléctrica.
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  Hay que llamar a las cosas por su nombre, pero para eso primero hay que llamar a las palabras por su nombre.

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  Para hacer notar que ciertas palabras suelen usarse mal, es más eficaz emplear una estrategia oblicua y, sencillamente, usarlas bien, sin tener que andar a cada momento señalando como inquisidores que en este o aquel punto son utilizadas de manera espúrea.
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  Si hay algo políticamente incorrecto ello tal vez sea, precisamente, el ejercicio del poder político por parte de los seres humanos; algo que tiene más que ver con nuestras acciones que con los lenguajes o símbolos con que las representamos. Y si una cosa sabemos del ser humano en el ejercicio del poder a lo largo de la Historia, es de su inmensa capacidad para realizar desastres. Por eso quizá lo idóneo no consista tanto en seguir experimentando nuevas formas de perpetuar ese dominio como en tratar de repartirlo entre todos al mismo ras para ver si así se disuelve.
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  Podemos buscar un lenguaje más representativo o descriptivo que valorativo, sabiendo, no obstante, que valoramos, que esa búsqueda rara vez ha de ser completa y seguiremos valorando. Pero podemos hacerlo legítimamente si juzgamos nuestras valoraciones con más severidad que ninguna otra cosa.
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  Postpoesía.- Que a los así llamados "poetas" ya no les baste con las palabras para cumplir su tarea, no acontece por insuficiencia de las palabras ante la enésima metamorfosis del mundo, sino porque los así llamados "poetas" han dejado de leer el código penal y, naturalmente, no saben hablar.
 [ Aforismos publicados en los números 9 y 12 del Fanzine Fare Ala. http://fareala.blogspot.com.es/ ]